La Maratón de los Chasquilla

Hace años un amigo experto en emprendimiento me dijo que una fuente de innovación eran las soluciones artesanales que la gente común da a los problemas que se les presentan. Me contó de grandes productos que surgieron de la observación y la sofisticación industrial de estas soluciones. Por ejemplo, la pasta maleable de sellar cañerías, que surgió de observar como un maestro ponía un chicle a una fisura. Naturalmente el maestro chasquilla no fue quien se benefició de su invento, sino el que tuvo la capacidad para producir en forma industrial.

El sábado tuve la suerte de asistir a Traweln de este año. Hubo sólo 2 discursos: la introducción de Wenceslao Casares y la presentación principal, a cargo de Chris Anderson. Un privilegio.

La parte que más me gustó fue cuándo Anderson dijo que esperaba que las próximas innovaciones radicales surgieran de este lado del mundo, y dejando de lado su amabilidad, argumentaba que la razón para esto tiene que ver con que los países desarrollados pagan tributo a la zona de confort en que los dejó su propio desarrollo y la adopción masiva de Internet, adopción que probablemente nuestro continente se saltará, en busca de una opción mejor y más alcanzable de conectividad con el conocimiento: los teléfonos móviles. Anderson, y no es el único al que se lo he escuchado ya, también a John Kao, Mr. Innovation, cree que el próximo Twitter surgirá de Latinoamérica. Aunque puede que a ellos no les importe, yo creo lo mismo.

Como respuesta al “Luego de The Long Tail y Free, qué?”, de Casares, Anderson sacó de debajo de la manga un nuevo as, que puede ser muy importante para Chile: habló de la democratización de los procesos físicos de producción, como resultado del impacto de la conectividad de Internet en el proceso productivo. Suena enredado, pero no lo es.

Habló de las impresoras 3D, es decir, de la posibilidad de construir objetos físicos reales a partir de diseños hechos en un computador en nuestras propias casas (vi la Internet y efectivamente podemos comprar una de estas impresoras en US 750!!!). Es decir, de la posibilidad de fabricar una unidad prototipo de ¡cualquier cosa que seamos capaces de diseñar! El paraíso de los ingenieros.

Esto es una noticia fantástica para Chile: si somos capaces prototipear soluciones a problemas que detectemos con impresoras 3D a bajo costo, podemos probar que nuestros diseños funcionan. Luego, no queda más que volver a sacar partido de la magia de la Internet, comunicarse con los especialistas en fabricación eficiente, los chinos, y poner órdenes de compra para que construyan miles de piezas idénticas, basadas en nuestras especificación. Acá la clave es Alibaba.com, según Anderson, el portal de negocios con China.

Finalmente, nuevamente a través de magia de la conectividad de Internet, podemos articular un proceso de distribución de nuestro nuevo producto hacia los mercados globales, con mayoristas y retailers globales.

De esta forma, podemos llevar a la realidad diseños de productos que respondan a necesidades nuestras o de pueblos como los nuestros, que las grandes marcas simplemente pasan por alto, porque no tienen antenas puestas en nuestros mercados o cuya demanda no es tan grande para interesarlas. Es decir, nichos de oportunidad que no podíamos aprovechar antes, porque el costo de producción de los productos que las satisfacían era prohibitivo. Esto es lo que Anderson denomina la democratización de la producción, y sus posibilidades, para países como los nuestros, son enormes.

Sin embargo, este proceso requiere una competencia especial: la capacidad de innovar. La de poder detectar las oportunidades y diseñar soluciones que las aprovechen, ahora sin el costo de antes.

Grandes Chris Anderson y Wenceslao Casares, por su visión y generosidad para compartirla con nosotros.

Vuelvo a mi discurso permanente: la tecnología nos está tendiendo una mano para que los países como Chile puedan desarrollarse. Esta mano, que no es fácil de descubrir, pero que está allí, es la conectividad. Si ya pudimos conectarnos con los libros del mundo vía Amazon, con la música vía iTunes, con nuestros amigos vía Facebook; si ya estamos beneficiándonos de la telefonía móvil, hoy la conectividad que permite el desarrollo cooperativo de herramientas como las impresoras tridimensionales nos permite que podamos construir físicamente un prototipo a partir de nuestro diseño, producirlo en masa y venderlo en el mundo.

La maratón hacia el desarrollo tiene nuevas reglas. Es como si nunca hubiéramos podido competir porque se necesitaban zapatillas caras… y ahora las zapatillas bajaron infinitamente de precio. Además, el resto de los competidores están gorditos y nosotros tenemos todas las ganas de ganar nuestra primera competencia con zapatillas nuevas. Si los otros corren por el honor, nosotros corremos por sobrevivir. Esta es nuestra carrera. Ya no tiene sentido entrenar según las reglas antiguas. Debemos jugar con las reglas nuevas. Las de la innovación.

Larga vida a los maestros chasquilla, que gracias a la conectividad, ahora tienen la oportunidad de reivindicarse nada menos que en el mercado global.