Sobre nanas y VC’s

He visto con mucho interés el revuelo que han causado dos eventos simultáneos en los últimos días. Por una parte, en el Club de Golf de Chicureo las nanas fueron decretadas personas de segunda categoría y, por otra, el emprendedor e inversionista Arnon Kohavi decidió abandonar Chile porque la élite de este país no apoyó su iniciativa de crear un fondo de inversión de riesgo o Venture Capital (VC) para apoyar emprendimientos, lo que atribuyó a su intención de mantener el status quo.

Lo interesante es la magnitud del impacto y la respuesta que han tenido ambos eventos en las redes sociales, donde destaca la carta abierta de Diego Vrsalovic, de madre nana, ya que básicamente todos los que opinan apuntan en la misma dirección: el cambio.

Esencialmente ambos eventos son reflejos de un una estructura social obsoleta que reserva las oportunidades a quienes tienen patrimonio en forma de capital. Sobre el tema de la nanas no me voy a referir, porque simplemente no resiste análisis. Quienes no comprenden que mujeres dispuestas a hacer sacrificios enormes por necesidades económicas, son las que crían a sus hijos, simplemente no entienden nada.

Prefiero referirme a los VC´s.

He tenido la suerte de emprender en la industria tecnológica en Chile. Luego de partir desde cero, junto a notables socios he formado 23 empresas innovadoras. Hoy operamos 9 y hemos vendido 2 de ellas a empresas multinacionales en varios millones de dólares. Podría decirse que el resultado agregado ha sido bueno. Con esas credenciales me ha tocado presentarme ante VC’s para obtener financiamiento para nuevos proyectos.

Salvo mi experiencia con Fundación Chile, que ha sido muy positiva, con gente muy profesional y cálida, el resultado con los VC’s ha sido muy malo. Me he dado cuenta de que en general la industria es chica, personalista, muy poco profunda e informal. En varias oportunidades hemos sido atacados por nuestras “ideas riesgosas”, hemos sufrido valuaciones absolutamente ridículas y hemos recibido una avalancha de observaciones livianas de personajes que francamente de tecnología no sabían nada. En una oportunidad, luego de hacernos esperar 1 hora en un café cercano, con nuestros pergaminos a cuestas y todo, al entrar me dijeron: “Agradece que no te damos sólo 1 minuto para que presentes”. Notable frase. En ese instante decidí que esos no serían nuestros socios.

La buena noticia es que todo esto ya cambió. El tratamiento apatronado de las nanas y el formato anticuado de los VC’s.

Un dólar de un inversionista inteligente, cercano y constructivo vale nominalmente lo mismo que un dólar de uno destructivo en el balance de un startup. Pero eso es sólo nominalmente. En la práctica, la lógica positiva del VC constructivo puede hacer que un proyecto crezca con fuerza, con los consiguientes beneficios para todos, especialmente para el emprendedor, pero sobre todo para los accionistas de este VC, entre los que normalmente está Corfo.

El VC que no se da cuenta de esto, tal como el patrón de la nana a la antigua, no entiende de emprendimiento. No entiende que el emprendimiento no se trata sólo de ganarse unos dólares más. Lo que mueve a los emprendedores es el amor por ser libres, por forjarse su propio futuro, por superar desafíos, por tener un cuento que contar. Si llegan los resultados económicos como consecuencia de hacer las cosas bien, fantástico, porque podemos financiar nuestros próximos proyectos.

El VC que no comprende el verdadero motivador del emprendedor, no tiene nada que hacer en emprendimiento. No entiende nada. Igual que el patrón obsoleto de la nana.

Arnon Kohavi y Diego Vrsalovic hablan de lo mismo y ambos tienen razón, pero se diferencian en algo. Arnon renunció porque puede hacerlo y Diego está acá provocando los cambios. Igual que los emprendedores.